In Alcaldesa, Igualdad, Mayte, Mujer

Una voz única, la de las mujeres, “justas somos más”, es la que se ha escuchado por las calles del centro de Puertollano, en una reivindicativa jornada del 8 de marzo. Desde estudiantes, amas de casa, trabajadoras, abuelas, madres, pensionistas o sindicalistas que han reclamado ser libres y continuar rompiendo techos sociales de cristal.

Una marea violeta que arrancaba de la Concha de la Música a ritmo de batucada y que ha recorrido las calles La Fuente y Calzada hasta llegar a la plaza de la Constitución en la que componentes del Consejo Local de la Mujer han leído el Manifiesto ante un millar de personas.

Entre las asistentes se encontraba la alcaldesa, Mayte Fernández, que manifestó que este día pone en evidencia la fuerza de las mujeres, la fuerza de las mujeres de Puertollano y de este país. “Somos la mitad del mundo y somos necesarias para que el mundo gire”.

Fernández mostró su satisfacción por la respuesta que ha dado Puertollano “porque esto no hay quien lo pare y el cambio está llegando, tenemos que seguir reivindicando”.

Mayte Fernández se ha sumado a la jornada reivindicativa

El Manifiesto

JUNTAS SOMOS MÁS. Cada 8 de Marzo celebramos la alianza entre mujeres para defender nuestros derechos conquistados. Fue la unión de muchas mujeres en el mundo, la que consiguió grandes victorias para todas nosotras, y para toda la sociedad, y nos trajo derechos que poseemos hoy.

Nos precede una larga genealogía de mujeres activistas, sufragistas y sindicalistas. Las que trajeron la Segunda República, las que lucharon en la Guerra Civil, las que combatieron al colonialismo y las que fueron parte de las luchas anti-imperialistas.

Sin embargo, sabemos que aún no es suficiente: queda mucho por hacer y nosotras seguimos luchando.

La sororidad es nuestra arma; es la acción multitudinaria que nos permite seguir avanzando.

La fecha del 8 de marzo es nuestra, internacional y reivindicativa.

EL 8 DE MARZO DE 2018 millones de mujeres en todo el mundo protagonizamos una huelga feminista. Paramos en todos los lugares, en todas las ciudades, barrios y pueblos. Ocupamos las calles para hacer visibles nuestros trabajos, nuestras demandas y nuestros cuerpos.

Demostramos que si paramos nosotras, se para el mundo; que somos miles, millones, las mujeres que Impulsamos propuestas e ideas para pensar en otras vidas y otro mundo, que estamos dispuestas a conseguirlo, y vamos a por todas.

Dijimos que nadie podría mirar a otro lado frente a nuestras propuestas y nuestra centralidad en el mundo. Con la fuerza colectiva hemos ido abriendo espacios y consiguiendo algunos cambios, pero no todos, ni para todas. Nuestras vidas siguen marcadas por las desigualdades, por las violencias machistas, por la precariedad, por procesos de exclusión derivados de nuestros empleos, por la expulsión de nuestras viviendas, por el racismo, por la no corresponsabilidad ni de los hombres, ni del Estado en los trabajos de cuidados.

Por eso este año 2019 volvemos a la carga, sabiendo que esto ni empieza ni acaba el 8 de marzo con un tejido social y organizativo más fuerte y con un trabajo enorme para incorporar las reclamas de todas las mujeres en todas partes, para que todas podamos hacer la huelga juntas. Esto demuestra que la huelga del año pasado no fue un objetivo en sí mismo, sino una herramienta para el cambio.

PROPONEMOS OTRA FORMA DE VER, entender y estar en el mundo, de relacionarnos, en definitiva nuestra propuesta supone un nuevo sentido común.

Sabemos que para resistir hay que seguir avanzando y nos sabemos fuertes.

Tenemos una propuesta positiva para que todas y todos, desde nuestra diversidad, tengamos una vida digna. Defendemos una forma de convivir y lo queremos hacer todas unidas, fortaleciendo nuestras alianzas con otros movimientos sociales.

Así nos enfrentamos a quienes hacen su política desde la mentira y el desprecio a las mujeres, desde el miedo, la victimización y el resentimiento.

En el proceso de reconocer, defender y ampliar nuestras libertades y nuestros derechos, desarrollamos lazos de apoyo y solidaridad entre todas. Frente al “nosotros primero” planteamos “nosotras juntas”.

Hoy reivindicamos una sociedad libre de opresiones, de explotación y violencias machistas. Llamamos a la rebeldía y a la lucha ante la alianza entre el patriarcado y el capitalismo, que nos quiere dóciles, sumisas y calladas.

Sabemos que las posibilidades para participar en la huelga son distintas para cada una de nosotras, pues estamos atravesadas por desigualdades y precariedades que nos sitúan en lugares muy diversos frente al trabajo asalariado, los cuidados, el consumo, el ejercicio de nuestros derechos, la participación ciudadana según nuestra procedencia, la clase, la “raza”, la situación migratoria, la edad, la orientación sexual, la identidad de género y las distintas habilidades. Por eso la huelga feminista es una propuesta abierta en la que todas podemos encontrar una forma de participar.

SOMOS LAS QUE REPRODUCEN LA VIDA. El trabajo doméstico y de cuidados que hacemos las mujeres es imprescindible para el sostenimiento de la vida. Que mayoritariamente sea gratuito o esté devaluado es una trampa en el desarrollo del capitalismo.

Hoy, con la huelga de cuidados en la familia y la sociedad, damos visibilidad a un trabajo que nadie quiere reconocer, ya sea en la casa, mal pagado o como economía sumergida. Reivindicamos que el trabajo de cuidados sea reconocido como un bien social de primer orden, y exigimos la redistribución de este tipo de tareas.

La educación es la etapa principal en la que construimos nuestras identidades, sexuales y de género y por ello las estudiantes, las maestras, la comunidad educativa y todo el movimiento feminista exigimos nuestro derecho a una educación pública, laica y feminista.

Exigimos un avance en la coeducación en todos los ámbitos y espacios de formación y una educación que no relegue nuestra historia a los márgenes de los libros de texto y en la que la perspectiva de género sea transversal a todas las disciplinas.

¡No somos una excepción, somos una constante que ha sido callada! por todo ello hacemos huelga en la educación.

 NO ACEPTAMOS ESTAR SOMETIDAS A PEORES CONDICIONES LABORALES ni cobrar menos que los hombres por el mismo trabajo. Por eso, hoy también hacemos huelga laboral.

Huelga contra los techos de cristal y la precariedad laboral, porque los trabajos a los que logramos acceder están marcados por la temporalidad, la incertidumbre, los bajos salarios y las jornadas parciales no deseadas.

Nosotras engrosamos las listas del paro. Muchos de los trabajos que realizamos no poseen garantías o no están regulados y cuando algunas de nosotras tenemos mejores trabajos, nos encontramos con que los puestos de mayor salario y responsabilidad están copados por hombres. La empresa privada, la pública, las instituciones y la política son reproductoras de la brecha de género.

¡BASTA! de discriminación salarial por el hecho de ser mujeres, de menosprecio y de acoso sexual en el ámbito laboral.

DENUNCIAMOS QUE SER MUJER SEA LA PRINCIPAL CAUSA DE POBREZA y que se nos castigue por nuestra diversidad. La precariedad se agrava para muchas de nosotras por tener mayor edad, ser emigrantes, por tener diversidad funcional o una imagen alejada de la normalidad.

Reivindicamos que nuestra situación laboral nos permita desarrollar un proyecto vital con dignidad y autonomía; y que el empleo se adapte a las necesidades de la vida: el embarazo o los cuidados no pueden ser objeto de despido ni de marginación laboral, ni deben menoscabar nuestras expectativas personales ni profesionales.

Exigimos también las pensiones que nos hemos ganado. No más pensiones de miseria, que nos obligan a sufrir pobreza en la vejez. Pedimos la cotitularidad de las pensiones y que el tiempo dedicado a tareas de cuidado o que hemos desarrollado en el campo, sea reconocido en el cálculo de las pensiones al igual que el trabajo laboral y luchamos por la ratificación del convenio 189 de la OIT que regula el trabajo doméstico.

Exigimos ser protagonistas de nuestras vidas, de nuestra salud y de nuestros cuerpos, sin ningún tipo de presión estética. Nuestros cuerpos no son mercadería ni objeto, y por eso, también hacemos huelga de consumo. ¡Basta ya de ser utilizadas como reclamo!

¡BASTA! DE AGRESIONES, humillaciones, marginaciones o exclusiones. Exigimos que el Pacto de Estado contra las violencias machistas –por lo demás insuficiente– se dote de recursos y medios para el desarrollo de políticas reales y efectivas que ayuden a conseguir una sociedad libre de violencias contra las mujeres y niñas. Denunciamos la represión a quienes encabezan la lucha por los derechos sociales y reproductivos.

¡BASTA! De violencias machistas, cotidianas e invisibilizadas, que vivimos las mujeres sea cual sea nuestra edad y condición. QUEREMOS poder movernos en libertad por todos los espacios y a todas horas. Señalamos y denunciamos la violencia sexual como expresión paradigmática de la apropiación patriarcal de nuestro cuerpo, que afecta de modo aún más marcado a mujeres en situación de vulnerabilidad como mujeres inmigrantes y trabajadoras domésticas. Es urgente que nuestra reivindicación “NI UNA MENOS” sea una realidad.

Denunciamos los recortes presupuestarios en los sectores que más afectan a las mujeres: el sistema de salud, los servicios sociales y la educación.

Denunciamos la corrupción como un factor agravante de la crisis.

Denunciamos la justicia patriarcal que NO nos considera sujetas de pleno derecho.

Denunciamos la grave represión y recortes de derechos que estamos sufriendo.

Exigimos plena igualdad de derechos y condiciones de vida, y la total aceptación de nuestra diversidad.

¡NOS QUEREMOS VIVAS, NOS QUEREMOS LIBRES, NOS QUEREMOS SIN MIEDO FEMINISTAS, COMBATIVAS Y REBELDES!

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