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“El diario de Kabor el oretano” es el título de la novela histórica de Miguel Ángel Márquez Fernández, que presentará el viernes, 28 de septiembre, a las 19 horas, en el Museo García Rodero con la participación del escritor y prologuista José González Ortiz y del editor Julio Criado, entre otros.

Miguel Ángel Márquez Fernández es uno de esos escritores nacionales comprometidos que, como ocurriera con otros, han volcado sus inquietudes y sentimientos por la España prerromana y sobre todo en el misterioso mundo ibérico, tan cercano y a la vez desconocido.

El diario de Kabor el oretano

Cartagineses primero y romanos después, llegaron a la península con la clara intención de hacer suyo lo que ya tenía propietario.       La conquista de Hispania por Roma está documentada en escritos de historiadores y viajeros contemporáneos tanto latinos como griegos.

Ahora, más de veintiún siglos después, Kabor, un habitante de la iberia prerromana, un íbero de un pequeño poblado y con un estilo de vida prácticamente tribal, es enviado por su pueblo a las tierras regadas por el mar con el objetivo de recopilar las claves del progreso de aquellas gentes que, según cuentan algunos viajeros, viven de forma mucho más avanzada. El poblado de Kabor espera que, a su regreso, él traiga consigo esas claves que se empezarán a aplicar en busca del desarrollo. Ni los sabios del poblado, ni él, sabían que las tierras por las que viajaría en busca de su objetivo, se encontraban ya inmersas en un proceso de conquista, a veces pacífico a veces no, por parte de Roma.

El diario de Kabor, el oretano, nos muestra la forma de vida en los pueblos íberos y no es sólo su diario, representa el día a día de todos aquellos que se vieron obligados a contemplar el cambio que supuso, en todos los campos, la llegada de la civilización romana. Pero en esta ocasión, contado con la voz de los vencidos.

El autor

Miguel Ángel Márquez Fernández nació en Puertollano de 1965. Fue uno de los que vio con sus propios ojos que la calle de tierra donde jugó en su infancia era cubierta de cemento durante su adolescencia. La misma calle que se vio agraciada por aquel entonces con la acometida de agua pública. Estaba llamado a estudiar historia pero no pudo ser. No obstante, la llamada proseguía por lo que la Historia –como él mismo dice- se encargó de llegar a él y penetrar por cada poro de su piel. El diario de Kabor es su primera novela y más que sentirse autor de esa historia, confiesa sentirse más bien como el elegido para trasmitirla.

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