In Alcaldesa, Ciudad, Mayte, Mujer

Puertollano alzó la voz en apoyo de las mujeres que son víctimas de la violencia de género y guardó silencio en recuerdo de las que lo han sufrido. El artista David Caravantes puso la palabra a un manifiesto en la que reflejó la desigualdad que se vive, la dimensión de un drama del que también los menores son víctimas y la necesidad de un Pacto de Estado, aumentar los recursos, mejorar la coordinación entre organismos, facilitar la denuncia y una formación específica en igualdad, educación afectivo-sexual y preventivo.

Una concentración a iniciativa de la Concejalía de Igualdad en la plaza del Ayuntamiento a la que se han sumado la alcaldesa, Mayte Fernández, Corporación Municipal, la diputada nacional Isabel Rodríguez, el diputado regional Miguel González, colectivos y ciudadanos y ciudadanas, así como las alumnas del ciclo de animación sociocultural del Instituto Dámaso Alonso que han invitado a los asistentes a que escribieran su particular grito contra la violencia, que también han desarrollado diversas actividades de sensibilización como las «puertas violetas» con las que han cubierto todo el centro.

También se pudo leer diversa cartelería en la escalinata del edificio consistorial, como “Mujer ármate para la revolución, no es no, mi cuerpo no quiere tu opinión”, “No quiero sentirme valiente, quiero sentirme libre”, “¿Por qué gritar si nací gritando?” o las diversas formas de violencia que sufre la mujer en el hogar (amenazas, ignorar, gritar, insultar, abuso sexual, humillar, controlar, despreciar, desvalorizar, culpabilizar, chantaje emocional, humor y lenguaje sexista, etc).

 

 

El Manifiesto:

La Ley define la violencia de género “como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión”.

Todas las personas tienen derecho a una vida sin violencia. Tristemente, cada año, cada 25 de noviembre, volvemos a reunirnos para seguir lamentando la violencia que se ejerce contra las mujeres.

Podríamos dar muchas cifras que evidencian esta realidad, violencia de distinto tipo y grado, ejercida sobre diferentes mujeres, de todas las edades, de cualquier etnia, perteneciente a diferentes clases sociales, y que se produce en el ámbito laboral, personal y social.

En lo que va de año, 45 mujeres han muerto en nuestro país a manos de sus maridos, novios, pareja, ex parejas, en definitiva, a manos de sus verdugos. Pero los números siempre esconden más que evidencian.

Detrás de estas cifras, mostrándonos la verdadera dimensión del drama que vivimos diariamente, están los hijos y las hijas de las víctimas, menores que se han quedado huérfanos o que incluso han perdido la vida, están también las miles de denuncias y las que no se atreven a denunciar.

La desigualdad entre hombres y mujeres en pleno siglo XXI no se puede aceptar. El rearme del machismo es evidente en conductas como el abuso, al acoso, el hostigamiento callejero y las agresiones sexuales colectivas en lugares públicos. También en la esfera ideológica con iniciativas puestas en marcha desde los sectores más conservadores de la política, la iglesia y otros ámbitos que propugnan la vuelta a los valores tradicionales de hombres y mujeres, y cuestionan la credibilidad de las denuncias de las víctimas y las reivindicaciones feministas.

Si de verdad se quiere erradicar las violencias machistas de nuestra sociedad es urgente poner en marcha un acuerdo por una sociedad segura y libre de violencias contra las mujeres que implique a toda la sociedad y a los poderes públicos y que no escatime esfuerzos, medios y recursos.

Reclamamos:

-El desarrollo del Pacto de Estado contra la violencia para construir una sociedad segura y libre de violencias contra las mujeres.

-Aumentar los recursos para que las víctimas sean atendidas en todo el proceso.

-Mejorar la coordinación entre los diferentes organismos encargados de velar por la seguridad de las mujeres.

-Facilitar la denuncia a las mujeres víctimas y atender específicamente a quienes la retiran por miedo, coacciones o falta de recursos económicos.

-Formación específica en Igualdad, educación afectivo-sexual y de prevención de la violencia de género en todas las etapas educativas.

La violencia desaparecerá cuando las mujeres dejen de ser consideradas por algunos sectores de la sociedad ciudadanas de segunda y participen en condiciones de igualdad.

Desaparecerá cuando dejen de estar a la cabeza de las cifras de pobreza, de las listas de desempleo, de sufrir la infravaloración de sus trabajos y los problemas de conciliación de la vida personal, familiar y pública.

Desaparecerá cuando se deje de usar su imagen como un objeto de consumo, cuando sus palabras se oigan con el mismo volumen que se escuchan las de los hombres y cuando se las nombre y visibilice en todos los espacios sociales.

Por todo esto, cada persona e institución tenemos un deber natural en la lucha contra la violencia hacia las mujeres, porque la violencia es cosa de todas y cada una de las personas que conformamos esta sociedad.

Tan solo asumiendo una responsabilidad compartida podremos hacer desaparecer esta lacra social. Tan sólo asumiendo una responsabilidad individual podremos forzar su desaparición y, por ende, contribuir al progreso social.

Terminamos el acto con un minuto de silencio en solidaridad con todas las víctimas, las contabilizadas y las víctimas que lo son en el silencio de su hogar, a las que recordamos que no están solas, porque tienen todo nuestro apoyo.

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