In Auditorio, Cultura

Daniel Grao y Carlos Serrano protagonizarán “La máquina de Turing” de Benoit Solès, el 5 de marzo a las 20 horas en el Auditorio Municipal. Un montaje inspirado en la obra de Hugh Whitemore, “Breaking the Code”, basado a su vez en “Alan Turing: The Enigma” de Andrew Hodges.

Las entradas ya están a la venta al precio de 20 euros en patio de butacas y 18 en anfiteatro en taquilla y en globalentradas.com

Venta de entradas:

https://entradas.globalentradas.com/entradas/entradas-teatro-maquina-turing-050222

La historia

Manchester, 1952. Tras haber sufrido un robo en su casa, el profesor Turing presenta una denuncia en la comisaría, hecho que no escapa a los servicios secretos; y por una buena razón, pues Alan Turing es el hombre que descifró el código nazi “Enigma”, que los alemanes utilizaban durante la guerra para para cifrar sus mensajes. El sargento Ross descubre a un hombre atípico y encantador del que se hace amigo. Pero Alan Turing será condenado por homosexualidad y finalmente se suicidará.

La Historia es injusta. La posteridad intenta no serlo, pero, ¿podemos estar seguros de que ésta no crea nuevas injusticias? La vida de Alan Turing es, en cualquier caso, un ejemplo de la represión de un genio, incluso después de haberle hecho un gran servicio a su país, Inglaterra, y a todos aquellos que estaban siendo atropellados o amenazados por la barbarie nazi. Turing es uno de los inventores del ordenador, gracias a su “máquina” que, desde 1940, efectuaba cálculos imposibles para la inteligencia humana. Al mismo tiempo es uno de los héroes de la lucha contra el enemigo, ya que supo frustrar las estrategias de cifrado de la marina alemana. Vitoreado por las autoridades – Churchill, la reina de Inglaterra-, cambió progresivamente su estatus de héroe por el de réprobo. Era homosexual, y según la ley inglesa de la época la homosexualidad era un crimen.

Se han escrito libros y se ha hecho una película en la que se rinde homenaje a este genio de la ciencia humillado por sus coetáneos. Turing ya no es un completo desconocido. Recuperó su imagen de gran hombre. Lo que Benoit Solès, a través de su obra “La Máquina de Turing”, busca y encuentra en la neblina de la Historia, es la soledad del inventor. Este genio, de temperamento delicado y un tanto infantil, vive aislado del mundo. Ama a un camarero que no le quiere.

 Adora los dibujos animados de Walt Disney y específicamente a Blancanieves. Se le investiga, y el benefactor se convierte en sospechoso. En este punto de soledad coinciden eruditos, escritores y artistas; son incomprendidos y su nobleza está precisamente en su soledad. No se quejan, se quedan solos mientras se cumple su destino. Esto es lo que Benoit Solès pone en escena, iluminando esa tristeza con una amistad bella e imprevista, pero insuficiente. Así se une Turing, en el imaginario del teatro, a los Galileos, Giordano Bruno y Oppenheimer, vilipendiados mientras vivían y ejemplares tras su muerte. Ejemplares, pero sobre todo, como el Turing visto por Solès, absolutamente cercanos y fraternales. Gilles Costa.

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